domingo, 29 de abril de 2007

Esa intensa luz que no se ve


He ido esta mañana a la Feria del Libro de Valladolid con mi hermano Álvaro. La alegría ha sido inmensa al llegar a la caseta de Julio Martínez (Fuente de la Fama): el libro más hermoso de la Feria estaba allí, casi esperándonos: Esa intensa luz que no se ve, de Luis-Felipe Comendador, un poemario espléndido en una edición de la calidad y la delicadeza propias de Segundo Santos.
En la última página de la obra, leemos las características del trabajo editorial: "Del libro Esa intensa luz que no se ve, de Luis-Felipe Comendador, se han hecho 150 ejemplares numerados del 1 al 150. Fueron realizados con papel artesano en el taller de Segundo Santos, en Cuenca. El papel interior es de algodón y lino, el exterior de lino con sisal, yute y lana. El cartón empleado es reciclado. La ilustración es una acuarela del pintor Luis Vidal. Todos los libros están firmados por el autor. Se terminó de imprimir en Cuenca el día 29 de marzo de 2007".
Para Juan Ramón Jiménez las palabras tienen significados diferentes al estar impresas en distinto papel o con otra tipografía. Leer este último libro de Luis-Felipe es un modo de entrar a la poesía utilizando todos los sentidos en el proceso. Con todo, lo esencial, naturalmente, son los poemas.
Estos de Luis-Felipe, inolvidables.

viernes, 27 de abril de 2007

Rostropovich


El día que murió Claudio Arrau yo estaba con Miguel Frechilla. Hablamos un buen rato sobre la prodigiosa visión pianística de Arrau y escuchamos algunas piezas tocadas por el artista chileno. Miguel, pensativo, se lamentaba de cómo podía morirse en un instante la sabiduría acumulada a lo largo de tantos años. Hoy, al saber que Mstislav Rostropovich ha fallecido, me viene a la memoria esa conversación que cuento. Rostropovich: violoncellista y director, testigo de la Historia, de las convulsiones del siglo XX, en su ejemplar ética durante los años siniestros de la URSS. Conoció a muchos de los más grandes y estaba a su lado con toda naturalidad: era uno de ellos.

miércoles, 25 de abril de 2007

Berlín


Carta de Borja Santos desde Berlín. Escrita a mano, por supuesto. Hacía tiempo que no llegaba a mi buzón una carta semejante. Creo recordar que fue una de David Corral, desde Belfast. Mis antiguos alumnos son muy viajeros y cariñosos.
El texto de Borja podría formar parte de un relato: "Ahora estoy en Berlín, en el balcón de mi habitación del barrio de Friedrichschein, la parte que antes, con el muro, pertenecía a la Unión Soviética; en estos pisos construidos con molde, de techos altos, habitaciones grandes y fachadas idénticas".
(Querido Borja: dirige tus pasos a la Friedrichstr. 80. Allí puedes elegir el regalo de boda...)

sábado, 21 de abril de 2007

Mozart-Schubert

Se han destacado ciertos paralelismos entre Wolfgang Amadeus Mozart y Franz Schubert, más vitales que biográficos, en sentido estricto. La vida de ambos fue breve y milagrosamente fecunda, aunque los aspectos cotidianos y la proyección en su tiempo se llenan de diferencias. Lo que resulta indudable es que el recorrido entre la producción de Mozart y la de Schubert configura un arco definido: un modo de comprender la música, de una plenitud estética ligada a una forma que consigue desbordarse por un talento y una frescura excepcionales. Ese singular sentido de equilibrio trascendente característico de un clasicismo que se resiste a la mera circunscripción cronológica, fundamentado en un ámbito lejano al que, en sucesivos errores, se la ha querido limitar.
Josep Soler describe a Mozart, en su libro La Música, de manera sintética: “juventud consciente”, que comparte con Schubert. Dos palabras que mezclan ética y estética, sin contener la menor apariencia de trivialidad, puesto que asoma, con una frecuencia importante, un mundo sobrecogedor que se ensancha en cada elemento compositivo, tensándose hasta zonas que Ludwig van Beethoven exploró con una densidad cada vez más espesa, pero que no está ausente en las páginas de Mozart y Schubert. Un paraíso que va desmoronándose en paralelo al discurrir de la sociedad y el pensamiento de la época. Los dos autores se enlazan, con el nexo común de Beethoven, que inició su carrera cuando Mozart vivía, y falleció sólo un año antes que Schubert.
Las obras que hoy escuchamos pertenecen a dos ciclos esenciales de la música: los conciertos para piano y orquesta de Mozart y las sinfonías de Schubert. Tanto el Concierto KV 595 como la Sinfonía nº 9, conocida como “La Grande” (Robert Schumann decía “divina longitud”) están entre las piezas más características de estas series. No pueden resumir las asombrosas trayectorias de Mozart y Schubert, pero sí darnos la medida de una genialidad auténtica e irrepetible. Las valoramos como obras de madurez, ya que fueron compuestas al final de la vida de sus respectivos autores. No obstante, debemos recordar que actualmente se denomina “jóvenes compositores” a los que tienen esa edad. Pese a que no lleguen a su prodigiosa juventud consciente, optimista y profunda, espontánea y perfecta, dolorosa y ágil.

(Notas al programa para un concierto de Christian Zacharias y la Orquesta Sinfónica de Göteborg)