martes, 5 de mayo de 2009

Feria del Libro de Valladolid


Ayer tuve la gran satisfacción de presentar la última obra de Félix-Antonio González junto al propio autor y Javier León de la Riva, alcalde de Valladolid, dentro de la presente edición de la Feria del Libro. En él se recogen doscientos artículos, publicados previamente en El Norte de Castilla, su casa, como él mismo dice, un diario en el que lo ha sido todo, incluso director y uno de sus principales referentes. Félix ha escrito miles de artículos, miles de crónicas, de reportajes. Recuerdo una portada de El Norte de Castilla, desteñida por el tiempo en el desván de mi abuela Amparo. En ella, cuatro firmas: Jorge Guillén, Francisco de Cossío, Miguel Delibes y Félix-Antonio González. Una portada para enmarcar como ejemplo de cualquier reflexión sobre literatura y periodismo.
Dice Félix que "hay que llorar cada muerte, indignarse ante cada injusticia, como si fueran las primeras del mundo". Ese modo de entender su profesión, de que la ética jamás sucumba a la costumbre de despreciarla, es toda una declaración de intenciones.


El origen de mi amistad con Félix tiene el sello de su padre, de mi búsqueda de partituras de ese inolvidable artista, por desgracia poco interpretado. Y ahí encontré la devoción de Félix por quien no sólo le dio la vida, sino que se la llenó, de un hombre que se convirtió en un modelo de conducta por su inquebrantable fidelidad a unos principios tan necesarios antes como ahora. El compositor Félix-Antonio ha estado presente en cada uno de los días de su hijo. Su presencia alienta las páginas de este nuevo libro, como un esfuerzo por hacer justicia, por rescatar del olvido a quien nunca debió habitarlo. Ese amor compartido es una de las claves de nuestra amistad y nuestro mutuo entendimiento.


Ha escrito Elías Canetti que "de cada daño que sufren los que amamos brota un mar de ternura". Podría ser un hermoso resumen de este libro. Porque en él hay un claro punto de vista sobre el mundo, un lugar desde donde parte la lúcida mirada de su autor. Y esa mirada nace, en numerosas ocasiones, de una reacción frente al dolor, de una reacción que no resulta rencorosa sino, más bien, amable, cálida, como ese mar de ternura que menciona Canetti.
Un mar que Félix-Antonio González, con su inseparable y maravillosa Carmen, nos ofrece como un regalo que añadir a los muchos que hemos recibido de su generosidad, de una escritura porosa, como recién mojada por ese mar de ternura.

6 comentarios:

Fernando Manero dijo...

Estuve fuera de Valladolid y no pude asistir, lo que he sentido sinceramente. Siempre he admirado a Félix Antonio, hombre bueno, leal, abierto al mundo y cuidadoso vigilante, desde su atalaya, de cuanto sucedía a su alrededor. Enhorabuena. Un fuerte abrazo

Borja Santos Porras dijo...

Muchas gracias Diego por, enmarcado en nuestras clases de piano, de estética y de la ética de afrontar la música y la vida, presentarnos a Feliz Antonio.
Podría permanecer escuchándole horas y horas.
Tengo ganas de llegar a Valladolid y poder leer esta recopilación.
Un abrazo,
Borja

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Bien que sentí no poder ir, pero este fin de curso me tiene atado a Burgos. También me perderé lo de mañana. Qué rabia, querido Diego.

Eusebio dijo...

Felicidades, Diego.
Feliz Día del Libro.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Comparto plenamente contigo cuanto dices sobre Félix.Mi admiración y afecto son perennes.Hablé por primerva vez con él por estas fechas, hace ya bastantes años, en una acto para mí inolvidable:un homenaje a Don Francisco Blanco en el patio del Colegio de San Buenaventura,en Rioseco.Sus palabras de aquella tarde, su emoción al decirlas, calaron hondo en quienes le escuchabamos. Solo un poeta puede generar la emoción que Félix nos transmitió. Al terminar el acto,sin conocernos,ni nadie que nos presentara, me acerqué a decirslo.Desde entonces, cuantos recuerdos,cuantas lecciones,cuanta generosidad.Mi admiración y afecto han ido creciendo. También hacia Carmen.Magnífica mujer.
J.Antonio Pizarro García.

CarmenS dijo...

¿Qué gusto debe dar cuando se te reconoce una obra bien hecha y lo hace una persona de inteligencia probada!