Al
inicio de un congreso que tuvo lugar en Valladolid, Cristóbal Halffter señalaba
las diferencias de reconocimiento y valoración, por parte de nuestra sociedad,
entre las artes plásticas y la música. Lo hizo recordando su primera visita al
Museo de Arte Contemporáneo Español Patio Herreriano, donde se reencontró con la
obra de muchos amigos que fueron, además, motivo de inspiración para su música,
como Eduardo Chillida, Eusebio Sempere o Manuel Rivera. Otros artistas representados
en la colección también colaboraron con músicos en diferentes momentos. Es el
caso de Tàpies y Mestres-Quadreny, Ponç y Guinjoan, Torner y Marco...
El
museo que Halffter elogiaba está ubicado en una parte del Monasterio de San
Benito, y fue objeto de reforma, restauración y ampliación, llevados a cabo por
un equipo con Juan Carlos Arnuncio como director, quien ha detallado todo el
proceso en Patio Herreriano. Una
interpretación de la arquitectura histórica, recientemente publicado. Para
el autor, “en términos de arquitectura, un museo cabe entenderlo como el lugar
en el que compatibilizar una condición estática del espacio (la requerida para
la contemplación de una obra de arte) y una dinámica (la que lleva implícita el
recorrido que genera la contemplación de una colección)”.
Este
museo, dirigido por Cristina Fontaneda, celebra una década de muestra, estudio
y difusión del arte de nuestro tiempo. Una década en la que ha cambiado, como
todo proyecto cultural riguroso, el espíritu de la ciudad, gracias al diálogo
producido por sus propuestas –a las que suma, asimismo, un indispensable
enfoque educativo- y las del resto de espacios artísticos de Valladolid.
Mis
mejores deseos para los próximos diez años.
(Publicado en El Mundo, edición de Castilla y León, el 22 de julio de 2012)
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