Ninguna sociedad aprende mucho de su historia. Una lectura atenta pone ante nuestros ojos la terquedad con la que se repiten los errores, mínimos o dramáticos, individuales o colectivos. Lo sorprendente de la pandemia es que demasiadas personas tampoco han aprendido de su propia experiencia, del presente angustioso que vivimos.
Es cierto que un porcentaje grande de la población está cumpliendo las normas sanitarias, pero no podemos olvidar a quienes desprecian la vida de sus semejantes haciendo caso omiso de las medidas que garantizan la salud pública.
Cada vez que salgo de casa veo a ciudadanos sin mascarilla por la calle, sin respetar la distancia de seguridad... Y sin que haya ningún agente para sancionar un comportamiento que atenta contra nuestra propia vida y el futuro de nuestro país.