Hoy hace 9 años que murió mi padre. Él tenía 59 y yo 33. Sé lo que son 9 años para cualquier cosa que no sea esa distancia: a veces siento que acabo de estar con él y, por el contrario, en otras me parece que ha muerto hace más tiempo del que soy capaz de recordar.
Pese a que la vida me ha hecho tantos regalos maravillosos, mi mundo no tendrá nunca, desde aquel 28 de marzo, esa armonía inaugural de lo completo, esa perfecta emoción de ser y estar todos juntos.