miércoles, 10 de octubre de 2012

Reencuentro con Félix Antonio


Solía decir Félix Antonio González que desde la muerte de su padre, el compositor Félix Antonio, no había vuelto a poner las manos en un teclado para evitar que los fantasmas le pasaran la hoja. En cualquier circunstancia de la vida, Félix tenía la referencia de su padre, que no se proyectaba sobre él como una sombra sino, por el contrario, como una luz que comenzó en su infancia y no le abandonó hasta su muerte. Al describir esos primeros años, Félix dejaba constancia de un mundo gris y triste, sórdido en ocasiones, pero cuyas consecuencias nunca llegaron a afectarle gracias a su padre y al ambiente que le rodeaba: la música, la literatura, las artes plásticas… Los amigos de su padre le hacían partícipe de todo aquello con absoluta naturalidad: Félix leía en los versos que llevaba a su casa Jorge Guillén, descubría la pintura mientras veía los pinceles de Cristóbal Hall y, a los cinco años, recibió en su casa la visita de Federico García Lorca, además de muchos otros artistas que residían o se encontraban, circunstancialmente, en Valladolid.
Por eso, cuando el compositor Francisco García Álvarez defendió el pasado lunes su tesis doctoral sobre Félix Antonio, en la Universidad de Cantabria, me emocioné al sentir la ausencia de Félix, porque habría comprobado que el excelente trabajo de nuestro común amigo ponía de manifiesto lo que durante tantos y tantos años parecía  haber sabido sólo él, como quien porta un maravilloso tesoro que es invisible a los ojos de los demás, con la enorme tensión entre alegría y angustia que eso conlleva.
Estoy seguro de que Félix hizo realidad, por un instante, algo anticipado en unos versos suyos: “se me verá una lágrima... / O una estrella”. 

(Artículo publicado el El Mundo, edición de Castilla y León, el 30 de septiembre de 2012)

2 comentarios:

Merche Pallarés dijo...

Muy interesante la historia del compositor Félix Antonio y saber que era un padrazo.
Me gustan mucho tus artículos en "El Mundo" de Castilla y León. Muchos besotes, M.

Diego Fernández Magdaleno dijo...

Muchísimas gracias, Merche.
Besos,

Diego