En 1956, Miguel Frechilla (Valladolid, 1925-2001) ingresó, como profesor de Música de Cámara, en el Conservatorio de Música de Valladolid. Pedro Zuloaga (Palencia, 1930) comenzó su trabajo como profesor de Estética e Historia de la Música un año después, en 1957. Tras varias conversaciones -la primera idea de formar un dúo se la expresó Frechilla a Zuloaga en una postal desde París en 1953- el contacto diario en el Conservatorio hizo que el proyecto de hacer música juntos cristalizase definitivamente.
En las notas al programa de un concierto del dúo en la Universidad Complutense de Madrid, celebrado el 27 de noviembre de 1995, Luciano Reinoso Robledo describe así esos inicios: “Primeros tanteos: Teatro Carrión de Valladolid el 2 de febrero de 1959, junto al violinista Luis Navidad, y 28 de diciembre del mismo año en el Teatro Gran Vía de Salamanca. Tras esta vela de armas el espaldarazo, la presentación oficial, el auténtico arranque de su carrera concertística. Aconteció el 13 de marzo de 1960: Palau de la Música de Barcelona con la Orquesta Sinfónica de aquella ciudad dirigida por el maestro Juan Pich Santasusana”. Aunque en ocasiones se han dado diferentes fechas en cuanto a la presentación oficial del dúo, esta sucesión que hace Reinoso Robledo es la que Frechilla y Zuloaga consideraron más ajustada a la realidad.
A partir de ese momento, el trabajo del dúo se prolongará, intenso y constante, durante algo más de cuarenta años. La interpretación a dos pianos ofrece unas peculiaridades frente a otras formaciones camerísticas. Frechilla y Zuloaga alcanzaron una impecable fusión con un mérito añadido: ambos tenían temperamentos muy distintos e incluso conceptos diferentes desde el punto de vista técnico, lo que nunca fue obstáculo -quizá, incluso, se convirtiera en estímulo- para llegar a ese extraordinario nivel de compenetración.
El Teatro Real, la Fundación Juan March, el Teatro Monumental o el Auditorio Nacional de Madrid, el mencionado Palau de la Música de Barcelona y la práctica totalidad de las sociedades filarmónicas españolas, han sido escenarios en los que el dúo Frechilla-Zuloaga ha desarrollado su carrera musical en nuestro país.
En 1974, para celebrar el concierto número cien del dúo, tuvo lugar un homenaje en el Teatro Calderón de Valladolid. El compositor Pedro Aizpurua, a propósito de este acto publicó un texto que reproduzco parcialmente: “Gran actuación del dúo pianístico y de la Orquesta de Cámara con el maestro Spiteri. Había una gran expectación para este concierto, último del curso de la Sociedad Vallisoletana de Conciertos, por el doble aliciente de la presencia en el programa de excelente dúo pianístico Miguel Frechilla y Pedro Zuloaga, tan admirados en nuestra ciudad, y del homenaje que la Sociedad tributaba a los mismos por su indiscutible categoría artística, reconocida en nuestra ciudad, en toda España y fuera de ella. (…) En el escenario del teatro Calderón, lugar del acontecimiento, se reunieron la orquesta y las distintas representaciones de las citadas entidades. (…) Aparte del homenaje, la actuación de los dos grandes pianistas no pudo ser más brillante. La calidad artística, sus conocimientos musicales, la exigente técnica han sido descubiertas hace tiempo y creemos que en esta ocasión y en este Concierto en mi bemol mayor para dos pianos y orquesta de Mozart, han dejado una vez más constancia de sus extraordinarias cualidades de intérpretes, y de su ideal compenetración”.
Pero cuando este homenaje se produjo, Frechilla y Zuloaga ya habían comenzado su carrera internacional. El primer concierto fuera de España tuvo lugar en 1965, en el Gran Teatro de Burdeos. A partir de ahí, el dúo recorrió países como Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña, Francia, Italia, Bélgica, Suiza o Malta. La crítica fue unánime en la valoración artística de los pianistas. Kate Rivers, en The Washington Post, escribe: “Los recitales a dos pianos son siempre muy interesantes y el concierto del domingo por Miguel Frechilla y Pedro Zuloaga en la Wolf Trap Barns no fue una excepción. Porque este dúo de pianistas fue más allá de proporcionarnos un entretenimiento; su repertorio y sincronización fueron algo que no se olvida”. “En su escogido y bello programa demostraron cómo los dos pueden tocar como si fueran uno. Ambos tienen unas técnicas impecables y consiguen ricos efectos de sus instrumentos. Pero, aún más importante que el hecho de que técnicamente estén perfectamente emparejados es el factor de que son portadores de una sola mente musical”. “El auditorio no les dejaba marcharse, aun después de la interpretación de varias obras españolas maravillosas, y así se despidieron entre constantes ovaciones”. Irida, en el Periódico de la Universidad de la Amistad de los Pueblos, de Moscú señaló que “los profesores del Conservatorio de Moscú, como los especialistas en su instrumento, han señalado la nobleza extraordinaria del sonido de la música española cuando al teclado la tocan los dedos de Miguel y Pedro. Los profesores moscovitas han dicho que aquí, por desgracia, eso no tiene lugar en la interpretación de estas músicas. Ahora Moscú está convencido de que la música española además de ser bellísima es también noble”.
Quizá estos dos textos resuman los centenares de críticas que se han escrito sobre Frechilla y Zuloaga. Por un lado, su amor por la música española, de la que fueron permanentes embajadores por todo el mundo y, por otro, su calidad técnica al servicio de un único concepto musical, tan evidente como reflejó Ángel-Luis García Fraile: “Frechilla y Zuloaga han llegado ya a un punto culminante en su brillante carrera pianística, en el que sería inútil hablar de acoplamiento o exactitud en sus interpretaciones, por cuanto éstos resultan obvios para el oyente. Pero es precisamente ahora en que la coherencia entre ellos es absoluta, cuando ambos se pueden entregar a un auténtico refinamiento de sus versiones”.
Algo que pudo comprobarse en lugares como el Cami Hall o la Universidad de Nueva York, el Bjorling Concert Hall en St. Peter (Minnesota), el Auditorio de Saint Olaf en Northfield (Minnesota), la Universidad de Wisconsin, el Conservatoire Royal de Musique o la Sala Gótica del Ayuntamiento en Bruselas, Great Hall de Leeds, el Auditorio de Cagliari, la Sala Casella de Roma, la Sala Molière o la Universidad Paul Valéry de Montpellier, la Biblioteca Española de París, el Casino de Berna, el Palacio de las Naciones Unidas de Ginebra, el Teatro Manoel de La Valletta, la Academia de las Ciencias y la Sociedad Musical Rusa en Moscú, además de multitud de grabaciones para la radio y la televisión de la mayoría de los países en los que han actuado.
El catálogo de música para dos pianos es muy amplio. Frechilla y Zuloaga han trabajado una parte muy importante de ese repertorio, que incluye obras de muy diversas estéticas y han dedicado especial atención a la música española. Desde los Conciertos para dos instrumentos de tecla de Antonio Soler, hasta estrenos absolutos de obras contemporáneas, algunas escritas expresamente para Frechilla y Zuloaga. Destaco entre ellas, Calidoscopio de Xavier Montsalvatge, Improvisación en forma de rondó y 2 F-Z de Pedro Aizpurua, Blue Talks de Luis de los Cobos o Tres danzas cántabras de Miguel Ángel Samperio. Además, Miguel Frechilla y Pedro Zuloaga han enriquecido notablemente el repertorio con sus magníficas transcripciones, en la línea de Enrique Granados y Frank Marshall, es decir, entendiendo la transcripción de un piano a dos pianos no para dividir, sino para ampliar. Esos trabajos han sido muy valorados por especialistas de todo el mundo y, aunque se han centrado especialmente en obras de Isaac Albéniz y Enrique Granados, también han abarcado partituras de Antonio Vivaldi o Franz Liszt.
En 1974, Frechilla y Zuloaga grabaron el primer disco íntegramente dedicado a música española para dos pianos. El sello Movieplay se encargó de la edición, al igual que del siguiente disco. En el primero -Música española para dos pianos. Frechilla-Zuloaga-, grabaron obras de Antonio Soler, Juan Altisent, Pedro Aizpurua, y de Javier Alfonso. En el segundo -Frechilla-Zuloaga a dos pianos- los autores incluidos fueron Alexander Scriabin, Serguei Rachmaninov, Antonin Dvorak, Jean Françaix, Arthur Benjamin, Carlos Guastavino y Darius Milhaud.
El tercer disco, editado por R.C.A., estaba integrado por cuatro autores: Gabriel Fauré, Francis Poulenc-, Igor Strawinsky y Dmitri Shostakovich. El cuarto -Dúo Frechilla Zuloaga- tuvo una gran repercusión, puesto que obtuvo el Premio Nacional a la obra fonográfica más destacada por sus valores culturales y artísticos. En él, Frechilla y Zuloaga eligieron un repertorio formado por obras de Wolfgang Amadeus Mozart, Robert Schumann, Aram Khachaturian, Lennox Berkeley y Witold Lutoslawski.
Ya en formato de disco compacto, Frechilla y Zuloaga realizaron su siguiente grabación, en esta ocasión para Several Records, y que volvió a estar formada, íntegramente, por música española: Isaac Albéniz, Enrique Granados, Joaquín Rodrigo, Xavier Montsalvatge, Pedro Aizpurua y Carlos Suriñach.
El último de los registros discográficos del dúo Frechilla-Zuloaga fue también editado por Several Records, y dedicado íntegramente al compositor Antonio Soler, con sus Seis conciertos para dos instrumentos de tecla.
Por todo ello, Miguel Frechilla y Pedro Zuloaga obtuvieron importantes distinciones a lo largo de su dilatada carrera, como el nombramiento de Miembros de Honor de la Universidad Paul Valéry de Montpellier, la Insignia de Oro de la Universidad Complutense de Madrid, la instauración del Premio de Piano Frechilla-Zuloaga de la Diputación Provincial de Valladolid o la concesión del Premio Castilla-León de las Artes 1999.
En las notas al programa de un concierto del dúo en la Universidad Complutense de Madrid, celebrado el 27 de noviembre de 1995, Luciano Reinoso Robledo describe así esos inicios: “Primeros tanteos: Teatro Carrión de Valladolid el 2 de febrero de 1959, junto al violinista Luis Navidad, y 28 de diciembre del mismo año en el Teatro Gran Vía de Salamanca. Tras esta vela de armas el espaldarazo, la presentación oficial, el auténtico arranque de su carrera concertística. Aconteció el 13 de marzo de 1960: Palau de la Música de Barcelona con la Orquesta Sinfónica de aquella ciudad dirigida por el maestro Juan Pich Santasusana”. Aunque en ocasiones se han dado diferentes fechas en cuanto a la presentación oficial del dúo, esta sucesión que hace Reinoso Robledo es la que Frechilla y Zuloaga consideraron más ajustada a la realidad.
A partir de ese momento, el trabajo del dúo se prolongará, intenso y constante, durante algo más de cuarenta años. La interpretación a dos pianos ofrece unas peculiaridades frente a otras formaciones camerísticas. Frechilla y Zuloaga alcanzaron una impecable fusión con un mérito añadido: ambos tenían temperamentos muy distintos e incluso conceptos diferentes desde el punto de vista técnico, lo que nunca fue obstáculo -quizá, incluso, se convirtiera en estímulo- para llegar a ese extraordinario nivel de compenetración.
El Teatro Real, la Fundación Juan March, el Teatro Monumental o el Auditorio Nacional de Madrid, el mencionado Palau de la Música de Barcelona y la práctica totalidad de las sociedades filarmónicas españolas, han sido escenarios en los que el dúo Frechilla-Zuloaga ha desarrollado su carrera musical en nuestro país.
En 1974, para celebrar el concierto número cien del dúo, tuvo lugar un homenaje en el Teatro Calderón de Valladolid. El compositor Pedro Aizpurua, a propósito de este acto publicó un texto que reproduzco parcialmente: “Gran actuación del dúo pianístico y de la Orquesta de Cámara con el maestro Spiteri. Había una gran expectación para este concierto, último del curso de la Sociedad Vallisoletana de Conciertos, por el doble aliciente de la presencia en el programa de excelente dúo pianístico Miguel Frechilla y Pedro Zuloaga, tan admirados en nuestra ciudad, y del homenaje que la Sociedad tributaba a los mismos por su indiscutible categoría artística, reconocida en nuestra ciudad, en toda España y fuera de ella. (…) En el escenario del teatro Calderón, lugar del acontecimiento, se reunieron la orquesta y las distintas representaciones de las citadas entidades. (…) Aparte del homenaje, la actuación de los dos grandes pianistas no pudo ser más brillante. La calidad artística, sus conocimientos musicales, la exigente técnica han sido descubiertas hace tiempo y creemos que en esta ocasión y en este Concierto en mi bemol mayor para dos pianos y orquesta de Mozart, han dejado una vez más constancia de sus extraordinarias cualidades de intérpretes, y de su ideal compenetración”.
Pero cuando este homenaje se produjo, Frechilla y Zuloaga ya habían comenzado su carrera internacional. El primer concierto fuera de España tuvo lugar en 1965, en el Gran Teatro de Burdeos. A partir de ahí, el dúo recorrió países como Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña, Francia, Italia, Bélgica, Suiza o Malta. La crítica fue unánime en la valoración artística de los pianistas. Kate Rivers, en The Washington Post, escribe: “Los recitales a dos pianos son siempre muy interesantes y el concierto del domingo por Miguel Frechilla y Pedro Zuloaga en la Wolf Trap Barns no fue una excepción. Porque este dúo de pianistas fue más allá de proporcionarnos un entretenimiento; su repertorio y sincronización fueron algo que no se olvida”. “En su escogido y bello programa demostraron cómo los dos pueden tocar como si fueran uno. Ambos tienen unas técnicas impecables y consiguen ricos efectos de sus instrumentos. Pero, aún más importante que el hecho de que técnicamente estén perfectamente emparejados es el factor de que son portadores de una sola mente musical”. “El auditorio no les dejaba marcharse, aun después de la interpretación de varias obras españolas maravillosas, y así se despidieron entre constantes ovaciones”. Irida, en el Periódico de la Universidad de la Amistad de los Pueblos, de Moscú señaló que “los profesores del Conservatorio de Moscú, como los especialistas en su instrumento, han señalado la nobleza extraordinaria del sonido de la música española cuando al teclado la tocan los dedos de Miguel y Pedro. Los profesores moscovitas han dicho que aquí, por desgracia, eso no tiene lugar en la interpretación de estas músicas. Ahora Moscú está convencido de que la música española además de ser bellísima es también noble”.
Quizá estos dos textos resuman los centenares de críticas que se han escrito sobre Frechilla y Zuloaga. Por un lado, su amor por la música española, de la que fueron permanentes embajadores por todo el mundo y, por otro, su calidad técnica al servicio de un único concepto musical, tan evidente como reflejó Ángel-Luis García Fraile: “Frechilla y Zuloaga han llegado ya a un punto culminante en su brillante carrera pianística, en el que sería inútil hablar de acoplamiento o exactitud en sus interpretaciones, por cuanto éstos resultan obvios para el oyente. Pero es precisamente ahora en que la coherencia entre ellos es absoluta, cuando ambos se pueden entregar a un auténtico refinamiento de sus versiones”.
Algo que pudo comprobarse en lugares como el Cami Hall o la Universidad de Nueva York, el Bjorling Concert Hall en St. Peter (Minnesota), el Auditorio de Saint Olaf en Northfield (Minnesota), la Universidad de Wisconsin, el Conservatoire Royal de Musique o la Sala Gótica del Ayuntamiento en Bruselas, Great Hall de Leeds, el Auditorio de Cagliari, la Sala Casella de Roma, la Sala Molière o la Universidad Paul Valéry de Montpellier, la Biblioteca Española de París, el Casino de Berna, el Palacio de las Naciones Unidas de Ginebra, el Teatro Manoel de La Valletta, la Academia de las Ciencias y la Sociedad Musical Rusa en Moscú, además de multitud de grabaciones para la radio y la televisión de la mayoría de los países en los que han actuado.
El catálogo de música para dos pianos es muy amplio. Frechilla y Zuloaga han trabajado una parte muy importante de ese repertorio, que incluye obras de muy diversas estéticas y han dedicado especial atención a la música española. Desde los Conciertos para dos instrumentos de tecla de Antonio Soler, hasta estrenos absolutos de obras contemporáneas, algunas escritas expresamente para Frechilla y Zuloaga. Destaco entre ellas, Calidoscopio de Xavier Montsalvatge, Improvisación en forma de rondó y 2 F-Z de Pedro Aizpurua, Blue Talks de Luis de los Cobos o Tres danzas cántabras de Miguel Ángel Samperio. Además, Miguel Frechilla y Pedro Zuloaga han enriquecido notablemente el repertorio con sus magníficas transcripciones, en la línea de Enrique Granados y Frank Marshall, es decir, entendiendo la transcripción de un piano a dos pianos no para dividir, sino para ampliar. Esos trabajos han sido muy valorados por especialistas de todo el mundo y, aunque se han centrado especialmente en obras de Isaac Albéniz y Enrique Granados, también han abarcado partituras de Antonio Vivaldi o Franz Liszt.
En 1974, Frechilla y Zuloaga grabaron el primer disco íntegramente dedicado a música española para dos pianos. El sello Movieplay se encargó de la edición, al igual que del siguiente disco. En el primero -Música española para dos pianos. Frechilla-Zuloaga-, grabaron obras de Antonio Soler, Juan Altisent, Pedro Aizpurua, y de Javier Alfonso. En el segundo -Frechilla-Zuloaga a dos pianos- los autores incluidos fueron Alexander Scriabin, Serguei Rachmaninov, Antonin Dvorak, Jean Françaix, Arthur Benjamin, Carlos Guastavino y Darius Milhaud.
El tercer disco, editado por R.C.A., estaba integrado por cuatro autores: Gabriel Fauré, Francis Poulenc-, Igor Strawinsky y Dmitri Shostakovich. El cuarto -Dúo Frechilla Zuloaga- tuvo una gran repercusión, puesto que obtuvo el Premio Nacional a la obra fonográfica más destacada por sus valores culturales y artísticos. En él, Frechilla y Zuloaga eligieron un repertorio formado por obras de Wolfgang Amadeus Mozart, Robert Schumann, Aram Khachaturian, Lennox Berkeley y Witold Lutoslawski.
Ya en formato de disco compacto, Frechilla y Zuloaga realizaron su siguiente grabación, en esta ocasión para Several Records, y que volvió a estar formada, íntegramente, por música española: Isaac Albéniz, Enrique Granados, Joaquín Rodrigo, Xavier Montsalvatge, Pedro Aizpurua y Carlos Suriñach.
El último de los registros discográficos del dúo Frechilla-Zuloaga fue también editado por Several Records, y dedicado íntegramente al compositor Antonio Soler, con sus Seis conciertos para dos instrumentos de tecla.
Por todo ello, Miguel Frechilla y Pedro Zuloaga obtuvieron importantes distinciones a lo largo de su dilatada carrera, como el nombramiento de Miembros de Honor de la Universidad Paul Valéry de Montpellier, la Insignia de Oro de la Universidad Complutense de Madrid, la instauración del Premio de Piano Frechilla-Zuloaga de la Diputación Provincial de Valladolid o la concesión del Premio Castilla-León de las Artes 1999.
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