domingo, 23 de diciembre de 2012

Valladolid

Esta mañana he presentado en el Espacio Joven de Valladolid, junto a Fernando Manero, la exposición Etiopía, Kes be kes, de Borja Santos.

Con Borja y Fernando

Con Manuel Bocos y Luis García Vegas

Con Cristina Adeva Fernández, mi prima

Con Nuria Torres Lobo y Roberto Sanz Asensio

domingo, 9 de diciembre de 2012

Oración paralela


Al conocer la triste noticia de su muerte, leo de nuevo algunas de las cartas que Luis de los Cobos me envió desde 1994, año en el que está fechada la primera de ellas. Abro los sobres con ese pequeño temblor que sacude a la memoria cuando un tiempo se cierra para siempre y las palabras nos trasladan, sin esfuerzo alguno, al momento en el que llegaron a través del correo, recién escritas.
No había escuchado el nombre de Luis de los Cobos hasta que Miguel Frechilla lo pronunció en una de sus clases. Le mostré de inmediato mi curiosidad por estudiar las partituras de su amigo, nacido como él en Valladolid, y al que circunstancias de diversa índole habían llevado a residir en Ginebra. Sólo más tarde supe de la enorme fortaleza que constantemente opuso a la adversidad y al dolor.
Ignoro de qué podía yo hablarle, salvo por lo que deduzco de sus respuestas, pero me causaba asombro –y me conmueve ahora- la sinceridad con la que se dirigía a mí, expresándome el urgente deseo de finalizar ciertas obras frente a la enfermedad acechante, o la tristeza producida por la escasa presencia de su música en España. Todo esto estuvo presente en una conversación, inolvidable, que mantuvimos mientras dábamos un largo paseo por la ciudad donde transcurrió su infancia y juventud. Compró unos juguetes para sus nietos y vi que proyectaba en ellos una idea de felicidad llena de frescura y, también, de alivio y consuelo. Nos despedimos. Nuestra correspondencia fue espaciándose poco a poco y sus posteriores visitas me encontraron siempre de viaje.
Escucho una de sus primeras piezas. Le digo adiós y vienen, sin avisar, dos versos de Juan Gelman: “En mi puerta el sol dora / pasados por venir”. 

(Artículo publicado en El Mundo, edición de Castilla y León, el 9 de diciembre de 2012)

jueves, 6 de diciembre de 2012

Día de la Constitución

Pablo, con el recuerdo de la Mención que, junto a muchos otros amigos, me han entregado esta mañana en el Teatro Principal de Medina de Rioseco.


sábado, 1 de diciembre de 2012

Límite del espejismo


Desde el comienzo de la crisis resulta curioso comprobar cómo una parte del léxico económico se ha incorporado naturalmente a las conversaciones de quienes, hasta el momento, jamás habían empleado esa terminología, ni mostrado el menor interés por estos asuntos. Así, en cualquier reunión podemos escuchar acaloradas discusiones entre un profesor de música y un botánico, pongo por ejemplo, a propósito de las “acciones preferentes”, el “relevamiento de las expectativas del mercado” o la “volatilidad de un valor”, apreciándose un especial énfasis en “la demanda agregada” o el “swap de divisas”.
Nunca he entendido que una materia primordial y omnipresente como la economía estuviera incluida de un modo tan escaso en los planes de estudio. Pero pienso que el empleo de estos conceptos está menos relacionado con un imprescindible afán por conocer que con el factor clave de todo tiempo crítico: el miedo. Al nombrar nos sentimos más seguros, y deseamos que ese aparente control del lenguaje nos permita dominar el temor y la angustia. Además, cuando se hace el esfuerzo de comprender algo para lo que no se tienen instrumentos de análisis, suele caerse en la intransigencia o en la melancolía, y la primera prueba es el alejamiento de un entorno, el propio, que sí se puede interpretar.
Al ponerse de relieve el drama de una pobreza que se agrava cada día, al ver cómo hay personas que se suicidan mientras quienes tienen orden de desahuciarles suben por la escalera de su vivienda, se ha desmoronado el espejismo de ser expertos en lo que se ignora, para sentir una empatía que nos acerque a quienes sufren y nos permita abrir un camino urgente y eficaz ante esta devastación económica y ética. 

(Artículo publicado en El Mundo, edición de Castilla y León, el 25 de noviembre de 2012)

martes, 27 de noviembre de 2012

Bruselas





Toqué el domingo en el Auditorio del bellísimo Museo de Instrumentos de Música, el programa-homenaje a Jordi Savall, organizado por el Instituto Cervantes de Bruselas. Fui con Luis García Vegas. Encontramos a muchos amigos y conocimos a personas excelentes.




Bruselas

Con Luis, en Brujas


sábado, 17 de noviembre de 2012

Razón común


Habían insistido varios profesores del instituto en que íbamos a escuchar a un gran escritor, pero éramos adolescentes y a menudo comprobábamos que el interés de los adultos coincidía en raras ocasiones con el nuestro. Así que llenamos la sala del peculiar y transparente escepticismo que caracteriza esos años y, sin grandes expectativas, esperamos la llegada de aquel hombre tan destacado. Apareció y todos guardamos silencio, ese silencio palpitante que parece propicio para que fluyan la emoción y el asombro. Recitaba poemas intercalando comentarios y preguntas que hacía mientras estiraba un collar por encima de una camisa llena de los más diversos dibujos y colores. Nos impresionó, sin duda, porque ninguno esperaba ni remotamente lo que estábamos presenciando. Y fue conmovedora la autenticidad que transmitía, la fuerza y la pasión en su lectura, la deslumbrante lucidez que sentíamos como una celebración de la inteligencia.
               Se llamaba Agustín García Calvo y, en ese mismo instante, comencé a buscar sus libros y artículos, cualquier mención que se publicara en periódicos y revistas, muchas de éstas nada fáciles de conseguir. Además de sus textos, me descubrió los de autores (Parménides, Aristófanes, Plauto, Lucrecio, Sem Tob…) a quienes leí por primera vez gracias a él.
              Ahora, tras su muerte -al margen de algunos de sus planteamientos políticos, que ya desde entonces me resultaban poco próximos-, estoy convencido de que el conjunto de su obra ha de seguir alentando una esperanza en  esta sociedad que a veces desprecia lo mejor de sí misma y permite que la injusticia y la mezquindad acaben abalanzándose, puede que irremediablemente, sobre el amor, la libertad y la belleza.   

(Artículo publicado el El Mundo, edición de Castilla y León, el 11 de noviembre de 2012)

domingo, 11 de noviembre de 2012

Premio Servir 2012

La entrega el pasado viernes del Premio Servir 2012, otorgado por el Rotary Club, fue un acto inolvidable y emocionante. A ellos, con especial mención a su presidente, Eduardo Pascual Díez, les quiero expresar de nuevo mi gratitud por su generosidad conmigo. 
Fue un honor recibir este premio junto al Teléfono de la Esperanza y compartir unas horas con algunos de sus voluntarios, que son un ejemplo de sensibilidad y altruismo.
Y, por supuesto, gracias a mi familia y a mis amigos, que convierten en alegría todo lo que tocan, como unos Midas de la felicidad.  


domingo, 28 de octubre de 2012

Imágenes de Marilyn


Josep Soler me describe la fascinación que le produjeron los carteles de Niágara en las calles de Barcelona: la imagen de Marilyn Monroe y las cataratas le impulsaron a entrar al cine de inmediato. Soler, siendo un niño, encontró dos objetos que le marcarían para siempre: una pianola francesa y una máquina de cine. Alquilaba y compraba películas;  más tarde perseguía determinados títulos con esa impaciencia que es inseparable de las pasiones. Las obras de Griffith, Wiene, Lang, Cocteau y Dreyer, entre muchos otros, han sido indispensables en la configuración de su estética y, con frecuencia, inspiradoras del concepto escénico de sus óperas. Pero a ninguno de esos cineastas Soler ha dedicado un poema. A Marilyn, sí: un extenso poema sin signos de puntuación que discurre por paisajes de una bellísima y delicada tristeza.
He pensado en ese poema al visitar la exposición Marilyn, en la Casa Revilla de Valladolid, con fotografías pertenecientes al archivo histórico de la Getty Images Gallery. La vemos en situaciones muy diversas: maquillándose, asomada a la terraza del Hotel Ambassador, con Arthur Miller o Laurence Olivier… En ese instante detenido de cada fotografía percibimos dos proyecciones del tiempo: lo que la rodea está circunscrito a un momento histórico, fechado; Marilyn, sin embargo, parece estar fuera de él, hablándonos en el presente, porque sumamos cuanto sabemos de ella desde que se tomó esa imagen, y comprendemos que tras el carmín estallando en su sonrisa, se escondía el dolor congelado en unos versos: “Siento que la vida se me acerca / cuando lo único que quiero / es morir”. Y eso la aproxima a nosotros, como si hubiéramos recibido un secreto de sus labios.

(Artículo publicado en El Mundo, edición de Castilla y León, el 28 de octubre de 2012)

jueves, 18 de octubre de 2012

La ciudad de plata


Cuando visitamos con frecuencia cualquier lugar, descubrimos siempre algo que nació en las ocasiones anteriores y ha ido creciendo, silenciosamente, en nuestra memoria. Dice el neurólogo Antonio Damasio que en la base de cada pensamiento racional hay una emoción. Lo recuerdo ahora, tras un largo paseo por Burgos, como si fuera descifrando la ciudad con otros ojos: guiado por un libro de Óscar Esquivias, La ciudad de plata, que cumple una función de intérprete para quien la recorre: un filtro situado entre un edificio, una calle o un jardín, que mezcla la experiencia del autor, sus emociones, y las nuestras.
Hay, sin duda, una ciudad invisible que sólo se aparece a quienes la habitan y es producto de la intimidad del tiempo y el espacio. Descubrimos paisajes que tienen una vida, la de Esquivias en este caso, que para mí es conmovedoramente familiar: ambos pertenecemos a la misma generación y compartimos referencias sociales, políticas, artísticas, e incluso los héroes infantiles, las series de televisión y una forma irrepetible de acercarse al cine y evolucionar desde los títulos, autores y directores que poblaban las carteleras de nuestra adolescencia hasta el ámbito estético que hoy a los dos nos interesa.
Son constantes la delicadeza y el cariño con los que Óscar Esquivias describe a Burgos en estas páginas -minuciosas al detallar el aroma de flores y plantas, o el vuelo de mirlos y verderones- que guardan el itinerario de su vocación literaria a través de una ciudad iluminada por poetas escondidos en los más diversos oficios.
Y he podido imaginar el invierno sobre una arquitectura y un entorno que permiten "sentir el susurro del río como si fuera un remordimiento". 

(Artículo publicado el El Mundo, edición de Castilla y León, el 14 de octubre de 2012)

miércoles, 10 de octubre de 2012

Reencuentro con Félix Antonio


Solía decir Félix Antonio González que desde la muerte de su padre, el compositor Félix Antonio, no había vuelto a poner las manos en un teclado para evitar que los fantasmas le pasaran la hoja. En cualquier circunstancia de la vida, Félix tenía la referencia de su padre, que no se proyectaba sobre él como una sombra sino, por el contrario, como una luz que comenzó en su infancia y no le abandonó hasta su muerte. Al describir esos primeros años, Félix dejaba constancia de un mundo gris y triste, sórdido en ocasiones, pero cuyas consecuencias nunca llegaron a afectarle gracias a su padre y al ambiente que le rodeaba: la música, la literatura, las artes plásticas… Los amigos de su padre le hacían partícipe de todo aquello con absoluta naturalidad: Félix leía en los versos que llevaba a su casa Jorge Guillén, descubría la pintura mientras veía los pinceles de Cristóbal Hall y, a los cinco años, recibió en su casa la visita de Federico García Lorca, además de muchos otros artistas que residían o se encontraban, circunstancialmente, en Valladolid.
Por eso, cuando el compositor Francisco García Álvarez defendió el pasado lunes su tesis doctoral sobre Félix Antonio, en la Universidad de Cantabria, me emocioné al sentir la ausencia de Félix, porque habría comprobado que el excelente trabajo de nuestro común amigo ponía de manifiesto lo que durante tantos y tantos años parecía  haber sabido sólo él, como quien porta un maravilloso tesoro que es invisible a los ojos de los demás, con la enorme tensión entre alegría y angustia que eso conlleva.
Estoy seguro de que Félix hizo realidad, por un instante, algo anticipado en unos versos suyos: “se me verá una lágrima... / O una estrella”. 

(Artículo publicado el El Mundo, edición de Castilla y León, el 30 de septiembre de 2012)

sábado, 6 de octubre de 2012

Burgos


El pasado sábado toqué en la Casa del Cordón, de Burgos, el programa-homenaje a Jordi Savall. 


Con Carme Fernández-Vidal, Teresa Catalán y Francisco García Álvarez, tras el concierto

viernes, 21 de septiembre de 2012

Una historia de la Academia


Al visitar la exposición dedicada a la Real Academia de Bellas Artes de Valladolid, en la Sala de Las Francesas, recordé a Miguel Frechilla en su estudio. Allí, entre centenares de libros, discos y partituras que Miguel puso en mis manos con una generosidad extraordinaria, me habló de la Real Academia, a la que pertenecía desde 1987. Lo hizo mientras me regalaba un ejemplar de su discurso de ingreso, dedicado a la obra pianística de Manuel de Falla, cuya lectura comencé al tiempo que bajaba las escaleras, de vuelta a casa, con un nuevo texto en el que pensar, para ser comentado con él una semana más tarde. Ese día, Miguel me explicó las funciones de la Real Academia junto a un breve repaso de su historia (se fundó en 1779 por un grupo de aficionados a las matemáticas y fue admitida, en 1783, bajo la real protección de Carlos III…) con esa curiosidad vitalista que le hacía interesarse por todo y contagiar su entusiasmo a quienes le rodeaban.
Y, naturalmente, la primera vez que asistí a un acto de la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción fue a una conferencia suya, rodeado de sus compañeros, de los que me había hablado para que no perdiera ningún detalle que considerase importante en mi formación.
Cuánto me habría gustado pasear con él por esta muestra que lleva una parte del legado de su querida Real Academia a la ciudad en la que siempre vivió. Tanto como que conociera a los nuevos compañeros y disfrutase de su trabajo y su amistad, del cuidado y preservación del patrimonio y el impulso a la creación contemporánea que esta institución, presidida actualmente por Jesús Urrea, se esfuerza en promover y difundir, con esfuerzo y amor, entre todos nosotros. 


(Artículo publicado en El Mundo, edición de Castilla y León, el 16 de septiembre de 2012)

jueves, 20 de septiembre de 2012

Tardes de arte

El pasado sábado participé en el ciclo "Tardes de arte", organizado por el Ayuntamiento de Medina de Rioseco. 
Consistió en un diálogo con Miguel García Marbán, que fue tan amable y generoso de prepararlo con un extraordinario rigor y afecto. Como ejemplo diré que, antes de comenzar, me recordó un par de anécdotas mías que yo mismo había olvidado. 
Gracias, mil gracias a Miguel, a los organizadores y a los muchos amigos que me acompañaron: si todo lo que hago en Rioseco tiene una emoción especial es, precisamente, porque ellos están allí. 



martes, 11 de septiembre de 2012

Ramón

A la suerte de encontrar un libro que daba por perdido se ha sumado la de ver, al pasar las páginas, esta foto de la que tampoco sabía nada, en la que estoy con Ramón Barce en su casa de Madrid. No sé cuándo fue tomada exactamente, pero recuerdo que hacía un calor espantoso y yo tenía un fortísimo dolor de cabeza. También recuerdo haberme parado, como siempre, en el punto de la Puerta del Sol donde fue asesinado Canalejas mientras miraba el escaparate de una librería, algo que llevo haciendo desde que una profesora, en un viaje del colegio, nos lo relató de un modo tan magnífico que no puedo dejar de rememorarlo en cuanto llego a los aledaños de Sol. 
Aunque Elena trabajaba ese día, pude verla un poco antes de que saliera. El resto, como cada minuto que he pasado con Ramón, fue inolvidable: era inteligente, divertido, de una bondad emocionante. Fui consciente de la fortuna que yo tenía en cada instante que compartí con él: nunca he necesitado que alguien muriese para saber si era una persona excepcional y necesaria en mi vida. Ramón lo era. Y en esta fotografía, con dolor de cabeza y cerca de cuarenta grados en la calle Mayor de Madrid, yo estaba disfrutando porque sabía que era un inmenso regalo tener un amigo como él. 
Cenamos, después, muy cerca. Quedamos para hablar por teléfono al día siguiente. Y seguimos viéndonos y hablándonos, con la misma alegría, con la misma emoción, hasta diciembre de 2008.  

domingo, 9 de septiembre de 2012

¿Volver a empezar?


Esa ilusión de dividir el tiempo: pensar que comienza otro capítulo donde los errores puedan corregirse, junto al deseo de que una esperanza, mayor o menor fundada, se disuelva entre los números de un calendario que va sucediéndose, implacable, en el intento de aportar un orden y, con él, un espejismo de tranquilidad.
El nivel de incertidumbre necesita un equilibrio, ya que su descompensación tiene efectos inmediatos: cuando ese nivel es mínimo, aparece el hastío; cuando es elevado, todo se tiñe de angustia y miedo. Podemos aplicarlo a cualquier ámbito y, por supuesto, a nuestra propia vida, que necesita referencias ya experimentadas, imprescindibles para sentir cierta seguridad, pero también, de forma inseparable, precisa del estímulo de lo desconocido que alimenta la pasión por descubrir y llevar más lejos ese horizonte inicial con el que nunca tenemos que conformarnos.
No es fácil encontrar en las últimas décadas un nivel de incertidumbre tan alto como el de este curso que ahora comienza. Parece que ha pasado a ser provisional incluso aquello que considerábamos consolidado e inamovible: los cimientos de un concepto específico de sociedad. Las gravísimas consecuencias de la crisis no sólo dejan sin respuestas –creíbles, al menos- a buena parte de quienes tan brillantemente analizan por qué erraron en cada uno de sus diagnósticos previos, sino que ha desplazado las preguntas esenciales sobre el lugar que ocupa el ser humano en una actividad política que lo ha excluido -o al menos lo empuja- del centro de sus preocupaciones para transformarlo en un factor secundario, muy lejos de esa idea que expresó Václav Havel de un modo tan bello y sintético: ética puesta en práctica.  

(Publicado en El Mundo, edición de Castilla y León, el 2 de septiembre de 2012)

martes, 21 de agosto de 2012

Homenaje a Urdiales


El concepto genérico de interpretación recoge características comunes y enriquecedoras entre disciplinas aparentemente muy alejadas. Recuerdo mi primer encuentro con Fernando Urdiales: fue a partir de una referencia a El teatro y su doble, a lo largo de una entrevista en la que, por diversos motivos, se mencionó el texto de Antonin Artaud. Conocía el trabajo de Urdiales como actor y director desde muchos años atrás, cuando en mi adolescencia comencé a asistir a los montajes de su compañía, Teatro Corsario, que iban de Calderón de la Barca a Tennessee Williams, de Lope de Vega a Peter Handke.
            Acabo de leer Un hombre llamado teatro, un libro coordinado por Víctor M. Díez, Luis M. García e Isaac Macho, que analiza la vida y la obra de Urdiales desde puntos de vista muy diversos, a través de la escritura, el dibujo y la fotografía. Percibimos de inmediato la intensidad y el cuidado, el amor por el detalle en todo cuanto hizo. La psiquiatría, abandonada por una pasión teatral irrefrenable; su firme compromiso político y el interés por mejorar la situación de quienes se dedicaban al arte dramático en nuestra Comunidad.
            Hace sólo unos días se presentaron los bonos de apoyo a la realización de Godot aprieta pero no ahoga, un documental sobre Urdiales. Éste y otros proyectos muestran su importancia y calidad artística, pero también la amistad y el cariño que recibió de muchísimas personas.
            “Qué pocas veces estuvimos Fernando Urdiales y yo cara a cara, mano en la mano, palabra con palabra”, ha escrito Antonio Gamoneda. No tuve yo, tampoco, esa fortuna. De la última vez que le vi conservo nítido, exacto, el timbre de su voz y ese silencio que lo sujeta, ya para siempre, a mi memoria.

(Publicado en El Mundo, edición de Castilla y León, el 5 de agosto de 2012)

sábado, 11 de agosto de 2012

Guadarrama


El 28 de julio di un concierto en Guadarrama dentro del ciclo Clásicos en Verano de la Comunidad de Madrid, con obras de Teresa Catalán, Manuel Carra y Carlos Cruz de Castro. 


lunes, 23 de julio de 2012

Patio Herreriano, diez años


Al inicio de un congreso que tuvo lugar en Valladolid, Cristóbal Halffter señalaba las diferencias de reconocimiento y valoración, por parte de nuestra sociedad, entre las artes plásticas y la música. Lo hizo recordando su primera visita al Museo de Arte Contemporáneo Español Patio Herreriano, donde se reencontró con la obra de muchos amigos que fueron, además, motivo de inspiración para su música, como Eduardo Chillida, Eusebio Sempere o Manuel Rivera. Otros artistas representados en la colección también colaboraron con músicos en diferentes momentos. Es el caso de Tàpies y Mestres-Quadreny, Ponç y Guinjoan, Torner y Marco...
El museo que Halffter elogiaba está ubicado en una parte del Monasterio de San Benito, y fue objeto de reforma, restauración y ampliación, llevados a cabo por un equipo con Juan Carlos Arnuncio como director, quien ha detallado todo el proceso en Patio Herreriano. Una interpretación de la arquitectura histórica, recientemente publicado. Para el autor, “en términos de arquitectura, un museo cabe entenderlo como el lugar en el que compatibilizar una condición estática del espacio (la requerida para la contemplación de una obra de arte) y una dinámica (la que lleva implícita el recorrido que genera la contemplación de una colección)”.
Este museo, dirigido por Cristina Fontaneda, celebra una década de muestra, estudio y difusión del arte de nuestro tiempo. Una década en la que ha cambiado, como todo proyecto cultural riguroso, el espíritu de la ciudad, gracias al diálogo producido por sus propuestas –a las que suma, asimismo, un indispensable enfoque educativo- y las del resto de espacios artísticos de Valladolid.
Mis mejores deseos para los próximos diez años.

(Publicado en El Mundo, edición de Castilla y León, el 22 de julio de 2012)

sábado, 21 de julio de 2012

Elogio a la danza

Se está difundiendo intensamente, a través de las redes sociales, una carta abierta de Josep Colom sobre el cierre del Aula de Música de la Universidad de Alcalá de Henares. Se trata de un texto escrito con la emoción de quien ha sido parte de ella desde que fue fundada y, además, con la lucidez propia de uno de los más importantes intérpretes y maestros de la actual música española.
La situación económica es muy grave. Nadie lo duda. Pero no puede hacernos perder nuestro criterio para distinguir lo importante de lo accesorio: la anulación de nuestro sentido crítico sería el peor recorte que podríamos sufrir. La cultura no es el maquillaje de una sociedad. Es tan importante que, atendiendo a la valoración que merezca en una comunidad determinada, sabremos deducir el nivel de multitud de facetas de su estructura y organización, de la propia calidad de su convivencia.             La Escuela Profesional de Danza de Castilla y León está desarrollando un excelente trabajo, con magníficos resultados tanto desde el punto de vista individual como colectivo: un grupo de estudiantes acaba de obtener un importante reconocimiento en un concurso internacional.  Pese a todo, parece ser que, entre otros profesionales, un porcentaje muy alto de músicos se quedará sin empleo. Creo que vale la pena reconsiderarlo. Conozco a algunos de los que pueden ser sustituidos por grabaciones. Son excelentes pianistas: intuitivos, dúctiles y sensibles ante las necesidades que el alumno y el profesor de danza tienen en un ámbito educativo del que son imprescindibles y al que se ocupan con el máximo rigor y entusiasmo. Se percibe de inmediato al verles y escucharles. Lo decía Martha Graham: “el movimiento nunca miente”.  

(Publicado en El Mundo, edición de Castilla y León, el 8 de julio de 2012)

viernes, 20 de julio de 2012

Homenaje a Ángeles Porres




El programa que Eva Gigosos y yo presentamos como homenaje a Ángeles Porres no es solamente una serie de piezas secuenciadas de una forma concreta, sino que está relacionado con ella misma, con su vida. Chopin, Debussy y Scriabin forman parte de esas coordenadas que  constituyen nuestra emotividad musical, son puntos esenciales de una evolución que desemboca en el siglo XX y se abre a una enorme amalgama de estéticas de las que surgen, a su vez, las obras del resto de compositores, amigos de Angelines. Josep Soler ha compuesto una pieza en homenaje a Angelines, cuyo título responde a unos versos de Dante Gabriel Rossetti, al igual que Francisco García Álvarez, que ha tomado dos melodías populares húngaras recogidas por Kodaly, un músico especialmente querido por Angelines e importante en el concepto de su trabajo pedagógico. Junto a ellos, partituras de Pedro Aizpurua, antecesor suyo en la dirección del Conservatorio de Valladolid, Armand Grèbol y Jesús Legido que, como García Álvarez, fue alumno de nuestro conservatorio.
En el texto del programa de mano, Encarna López de Arenosa relata una anécdota que yo fecho cuando miraba a Angelines desde abajo. Eso no dice nada de la altura de Angelines, sino de la mía en aquel momento, y, sobre todo, es la prueba de cómo me resulta imposible pensar mi vida sin su presencia, sin sus palabras justas, sin esa sonrisa que es pura alegría. El caso es que yo conozco a Ángeles Porres desde que tenía que tomar aliento para medir los cinquillos en los exámenes de solfeo, desde ese tiempo que era feliz, maravillosamente feliz, aunque yo no lo sabía. Dice Rafael Sánchez Ferlosio que “los días felices los pone allí el recuerdo. Por eso son tan tristes”. Yo no sabía, insisto, que era feliz cuando paseaba por el vestíbulo del Hospital Viejo, vigilado por los retratos de Schubert y Wagner. No lo sabía cuando una voz, puede que la de Angelines, decía: “A ver, el repente”, y ponía ante mí un manuscrito que mis ojos de niño veían con una dificultad que no he vuelto a advertir después en toda la música contemporánea.
Y esa dulzura, siempre. En una escuela rabínica echaban un poco de miel en las letras para que los niños, al pasar el dedo sobre su forma, se lo llevaran a los labios. Así aprendían no solamente un contenido concreto, sino que el saber es dulce. No que se prescinda del esfuerzo, desde luego. Pero sí que la pasión por el conocimiento, el gozo de pensar como decía Albert Einstein, es uno de esos momentos dulces de la vida. Angelines, metafóricamente, no ha dejado de derramar esa miel sobre los pentagramas, y quienes hemos aprendido y seguimos aprendiendo de ella cada día, no dejamos de sentir ese aroma dulce que es, creo, la sustancia que nos une a ella con tanta seguridad y tanta fuerza.
Y la lealtad, siempre. La lealtad es uno de los poquísimos dones que no se dan directamente al destinatario. Porque demostramos la lealtad en ausencia de la persona a la que somos leales. Se es leal, ineludiblemente, en ausencia del otro, y es esa lealtad la que lo hace presente. Por eso, también, queremos tanto a Angelines, y por esa natural empatía, por buscar lo común para entender mejor las posibles divergencias y convertirlas en un crecimiento mutuo. Y sentir los problemas e intentar solucionarlos sin actuar con superioridad. Para Álvaro Siza, arrogante es lo que traiciona el contexto. Se refiere, naturalmente, a la arquitectura, pero podemos trasladarlo a las relaciones personales y encontrar el mismo sentido. Como a esa idea de Carlos Castilla del Pino, según la cual en la medida en que hay una ostentación hay también una deficiencia. Angelines sabe que lo verdaderamente nuestro siempre es aquello que hemos dado. Toda su vida ha sido así: con Ángel, sin el que es imposible entenderla; un hombre que, discretamente, ha dado desde hace tantos años, el principal apoyo emocional y un infatigable estímulo en su trabajo. Ellos y sus hijos, son una familia abierta a todos.
Querida Angelines: un día, mientras estábamos ante una mesa repleta de papeles, me dijiste: “Diego, me gusta trabajar contigo”. Jamás lo olvidaré. Mi vida hubiera sido muy distinta si no te hubiera conocido cuando era un niño que sólo estaba seguro de que deseaba ser músico. Ahora, treinta años después, sigo con esa única certeza.
Hemos trabajado juntos, hemos reído juntos y hemos llorado juntos.
Gracias por todo, Angelines.
Te quiero mucho. 

lunes, 2 de julio de 2012

El silencio de Chiara


El fulgor de la ceniza, de Fernando Pizarro, es un maravilloso recorrido por Medina de Rioseco solamente posible gracias a esa emoción que enciende la memoria: el latido humano que habita siempre en el interior de cualquier acontecimiento. El primer lugar que menciona este libro es el Monasterio de Santa Clara, cuya esencia quiere recogerse en una exposición, Chiara,  que se podrá visitar en el Museo de San Francisco hasta el 8 de julio próximo. Documentos –la Bula fundacional, concedida por Inocencio VIII en 1491-, libros –la Regla del convento, de 1498, y la Regla de Tordehumos, de 1561, junto a volúmenes de épocas posteriores-, pinturas, esculturas e incluso la reproducción de un íntimo espacio monástico: una mesa, un baúl y un lecho de enorme sencillez y delicadeza.
 Miguel García Marbán ha coordinado una muestra con los elementos básicos, a través de textos y obras artísticas, de una forma singular de sentir el mundo y habitar en él. Es un acierto introducir en el espacio del museo un punto clave del edificio de las Clarisas de Rioseco: el ámbito -que es también, sin duda, la hermosa metáfora de un ideal de vida- en el que conviven el jardín, la huerta y el cementerio. Se logra, entre otras razones, porque hay que salir al exterior del museo y encontrar esa luz común antes de acceder a la cripta. Y envolviéndolo todo, invisible y constante, un silencio conmovedor. Ramón Andrés señala que “hay un silencio que procede del desacuerdo con el mundo, y otro silencio que es el mundo mismo”. Hay una enorme belleza en despojarse de todo ese ruido que nos rodea y dejarse llenar por un silencio que resulta ser, en tantas ocasiones, el auténtico oxígeno de nuestro mundo interior.

(Publicado en El Mundo, edición de Castilla y León, el 24 de junio de 2012)

lunes, 14 de mayo de 2012

Barcelona


El viernes di un concierto en Barcelona, dentro del 27º Ciclo de Música de los Siglos XX-XXI. 
Barcelona es, después de Valladolid, la ciudad en la que más veces he tocado. También, la ciudad en la que siempre veo -aunque esta vez no nos hicimos fotos...- a Cati y a María-José Santos, a Teresa Canals, a Laura Grèbol, a Francesc Mitjana, a Jordi Codina, a Miquel Taverna Homs, a Ignasi-Xavier Adiego... 
Gracias a todos -y a otros que no he mencionado, y a quienes he conocido personalmente este año- por vuestro afecto.  


Con Cecilia Colien Honegger


Con Merche Pallarés


Con Benet Casablancas, Albert Sardà y Armand Grèbol


Con Alejandro Civilotti, Josep Soler y Joan Cuscó


(Las fotografías son de mi hermano Álvaro, un experto en hacerlas por no querer salir en ellas...)

domingo, 6 de mayo de 2012

Una sorpresa

Esta tarde, en la Feria del Libro de Valladolid, una bonita anécdota: me habla una librera muy amable de un poemario y su autor, elogiando a ambos. Paso unas páginas y hay un poema dedicado a mí...

domingo, 15 de abril de 2012

Mi padre

En ocasiones es un objeto, una palabra o -tantas veces- una música la que actúa como un foco en la memoria: una luz que se abre paso en el silencio del olvido o en las tupidas redes que va tejiendo la tristeza. Y, de pronto, vuelve a nosotros algo que creíamos desaparecido para siempre. Y llega acompañado de una emoción nueva, de esa emoción que aporta cuanto hemos vivido desde entonces. Esa experiencia que se acumula en la memoria y, alternativamente, la alumbra o la cubre de polvo. 
El 14 de abril era el cumpleaños de mi padre. Ese día escuchábamos los discos que le habíamos regalado. "No ha salido ninguno flamenco", le decía a mi madre cuando le pedíamos que apagase o, por lo menos, bajara el volumen de unas bulerías cantadas por Manolo Caracol, "Porrinas" o "El Agujetas". Cantaba muy bien. Cantaba constantemente. Mientras trabajaba (lo mismo colocando una fachada que montando un panteón...: era marmolista), mientras conducía... en cualquier momento. Cantaba. Le oíamos llegar a casa un poco antes de que abriese la puerta. Él no podría imaginar cuánto echo de menos escucharle. Precisamente yo, que le cambiaba en el coche una cinta de Camarón por otra de Ligeti y me pasaba el día estudiando partituras contemporáneas. ("¿No puedes tocar a Chopin o a Falla, hijo?"). 
Lo que más añoramos de la vida son los momentos cotidianos. Esos momentos que no percibíamos, que parecían triviales; que eran, como respirar, inconscientes e indispensables. Es en esa atmósfera donde se aprenden las lecciones más importantes de la vida. 
Siento una infinita impotencia por no poder contarle tantas cosas que han sucedido en los últimos siete años, por saber que nunca conocerá a esas personas para mí esenciales de las que no llegó a saber nada, ni siquiera a sus nietos, a él, que le apasionaban los niños y besaba y abrazaba a cualquiera de los que veía. 
A pesar de todo, me consuela la certeza de que fue un hombre feliz. Disfrutó de todo con un extraordinario amor por la vida. Albert Sardà, en la dedicatoria de la pieza que compuso en su memoria, decía que su carácter estimulaba las ganas de vivir. Román Alís, Josep Soler y Francisco García Álvarez le dedicaron también piezas bellísimas. 
En Tierras de penumbra se dice que "el dolor de ahora es parte de la felicidad de entonces". Lo recordé en su entierro y lo recuerdo siempre. Si somos imprescindibles es únicamente gracias al amor. Sólo el amor nos hace únicos. Porque podemos sustituir todo, excepto lo que amamos.

Un beso, papá.

sábado, 31 de marzo de 2012

Hamburgo



He estado en Hamburgo del 22 al 26 de este mes. He dado un recital en el Piano Fest 2012 el día 24 (programa homenaje a Jordi Savall) y, el resto, he sido miembro del jurado en el Concurso Internacional de Piano Alfred Schnittke, junto a Brenno Ambrosini, Irina Schnittke, Carole Carniel y Reinhard Zender.
Gracias a todos ellos por su afecto y amabilidad; también, gracias a Isabel Navarro (Instituto Cervantes de Hamburgo) y a Holger Lampson (Alfred Schnittke Akademie International)


Con Brenno Ambrosini


Con Carole Carniel


Con Carme Fernández-Vidal


Con Irina Schnittke