
Jorge-Luis Borges se ha convertido en la imagen del lector, aumentada, paradójicamente, por su ceguera, que le da un extraordinario valor simbólico.
Además de su madre, hubo muchas personas que leyeron a Borges. Entre 1964 y 1968, Alberto Manguel fue uno de los que disfrutaron de ese privilegio. Una experiencia narrada en Chez Borges, título traducido al castellano por el menos expresivo de Con Borges.
Manguel relata las horas pasadas junto al escritor, describe cómo era su biblioteca personal -mucho menor de lo que pudiera imaginarse en quien veía el Paraíso "bajo la especie de una biblioteca"- y múltiples detalles de su vida cotidiana, interesantes y reveladores de una personalidad completamente fascinante.