Aquel 28 de marzo fue el de 2005. A las dos de la madrugada murió mi padre. Pasan los años con sus nuevas presencias y los adioses inevitables. Todo vuelve y se va, excepto aquel 28 de marzo que no acaba, que sigue en el calendario, doce años ya...
La muerte es un instante que jamás termina...
Tere y Pablo duermen. Todo está en silencio y puedo escuchar cómo el timbre de tu voz resuena en mí.
Te quiero, papá.
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