domingo, 9 de junio de 2013

Sornabique Solidario

Se suceden con tal rapidez los hechos y alcanzan ya un tamaño las mentiras que la sociedad no puede absorber más que atragantándose las noticias y análisis políticos ante un panorama desolador, con millones de personas atenazadas por el pánico a no encontrar un trabajo y otros millones aterrados por la posibilidad de perderlo. Casos que en otras circunstancias habrían llevado a una dimisión inmediata son arrollados y lanzados al olvido, incomprensiblemente, por la llegada de nuevos escándalos ante los que una multitud de ciudadanos muestra sólo resignación e impotencia, como si vivieran una catástrofe inevitable.
Qué difícil es sentir la libertad cuando todo alrededor segrega miedo. Y crece el egoísmo, ese silencio espeso que nos aleja del sufrimiento de los demás. En un contexto así aumenta nuestra admiración, nuestro reconocimiento hacia quienes, también afectados por la crisis, siguen colaborando activamente en la mejora de las condiciones de vida de muchos seres humanos que no conocen ni conocerán nunca.
Un gran ejemplo es el poeta Luis Felipe Comendador, al que me presentaron hace casi veinte años en Béjar, la ciudad donde siempre ha vivido: no puedo separarle de ese paisaje en el que van naciendo sus excelentes libros y dibujos –el último de ellos, Por lo menos estás vivo, junto a Hugo Izarra-, sus esfuerzos para difundir la literatura a través de publicaciones, conferencias y recitales, esa pasión noble y generosa que le llevó a fundar Sornabique Solidario, una organización que desarrolla proyectos de primera necesidad en varios países.
Una esperanza que nos ayuda a ver caminos abiertos en este mundo insensible y hostil, alzado sobre la avaricia y la indiferencia.

(Artículo publicado en El Mundo, edición de Castilla y León, el 9 de junio de 2013) 

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