Hoy es el día de los marmolistas. Aunque no sólo, su trabajo principal suele ser para los cementerios. Y todo el mundo quiere tener su panteón en perfecto estado para el 1 de noviembre. Mi padre era marmolista; ahora el negocio lo lleva mi hermana. Por estas fechas, mi padre estaba agobiado por las llamadas, por la urgencia de los encargos. Cuando me preguntaban por él, yo siempre hacía la misma broma: "Está en el cementerio, pero vivo". Ahora, no. Ahora está en el cementerio, para siempre.
4 comentarios:
Un abrazo, Diego, un fuerte abrazo. Ayer pensaba en la conversación que tuvimos en Rioseco, en la que me dijiste cómo fue tu padre el encargado de restaurar el panteón de la familia García Escobar.
Un abrazo para ti, para Álvaro (que lleva días sin actualizar su blog y espero que se encuentre bien), para Pablo. Y para el resto de la familia, a la que no conozco.
No sé rezar, pero estaré a vuestro lado.
Diego, tu padre está en ti, en tus hermanos, en tu madre, en tu hijo... eso lo sabes y lo cuidas [se patentiza en lo que escribís y me encanta que sea así].
En el cementerio solo están los restos del naufragio, el mascarón gastado... no la esencia.
Un beso fuerte para todos en el recuerdo vivo de tu padre.
Por cierto, tú que eres músico... ¿Podrías componer una saeta civil y profana?
Sería un puntazo
creo que en el cementerio hay parte de alguien, pero no está el todo. como ya te han dicho, la esencia no está. tu padre está contigo cada día, cada instante, cada segundo.
un abrazo enorme
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