La primera palabra que mi hijo pronunció no fue mamá o papá. La primera palabra fue Katy. Es una anécdota que permite imaginar lo que la hermana menor de mi madre significaba para nosotros. El dolor inmenso de su muerte.
Se afirma con frecuencia que los seres humanos nacemos y morimos solos. En buena parte de los casos no es cierto. Nacemos y morimos en el amor de una familia. Katy nació entre los besos y las caricias de sus padres y hermanos y acaba de morir rodeada del amor de esa familia que ha crecido junto a la que ha formado con Juan Luis.
Todos hablan de su sonrisa. Esa voluntad de ser amable, tan necesaria en un mundo que presume de lo contrario.
Veo su nombre en una esquela. Llegan las flores y los rezos. Recuerdo a Katy tocando el acordeón en la casa de mi abuela. Recuerdo a Katy bailando con Juan en las noches de junio. Recuerdo a Pablo en la cuna diciendo "Caqui, Caqui", mientras ella repetía "le como, eh, le como la vida". Recuerdo las lágrimas de Katy cuando yo tocaba música de mi abuelo. Recuerdo sus manos mientras abrazaba a Jonathan y a Israel. Recuerdo su brazo entre el brazo de mi madre. Recuerdo sus ojos cuando murió mi padre.
Siempre estará en nuestra vida porque, tal como escribió Francisco Pino, nunca se dice adiós cuando se ama.
4 comentarios:
Bonitas palabras Diego y una foto preciosa con su incomparable sonrisa un abrazo para ti y toda la familia
Que bonitas palabras Diego.Como se palpa el amor familiar tan grande que teneis en vuestra familia.Todos juntos la echareis mucho de menos pero estará en vuestros corazones por siempre.
Es muy emocionante lo que he leído y ahora estoy escuchando la música.
Preciosas tus palabras y maravillosa la música.Un abrazo.
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