Auschwitz es como un paradigma que nos permite comprender, con sólo abrir los ojos, la latencia del "mal elemental", la fragilidad de nuestras defensas civilizatorias ante su emergencia y la importancia de no separar jamás la razón del sufrimiento. Pues bien, una educación así, una educación en Auschwitz, nos confiere como una segunda naturaleza para detectar y reaccionar ante cualquier manifestación del "mal elemental".
Lo que se opone a una educación desde Auschwitz no es la variedad de la barbarie sino la banalización de su tratamiento, bien porque se entienda que ya está bajo control, bien porque se piense que hay otros objetivos más urgentes o más modernos.
¡Enhorabuena a Reyes Mate por su premio Nacional de Ensayo! Lo de Auschwitz lo dejo para otro dia... Besotes, M.
ResponderEliminarExcelente, simplemente excelente!
ResponderEliminar¡Qué razón lleva! Desgraciadamente la banalización de las cosas importantes (aunque sean terribles) lo va invadiendo todo cada día más.
ResponderEliminarBesotes.