Recuerdo con frecuencia una idea que expone Peter Brook en Más allá del espacio vacío: “El actor no debe sólo revelar lo que comprende: debe llevar el misterio de su papel a su propio nivel personal. Y allí debe dejar que su papel resuene en él, que vibre en todo aquello a lo cual él jamás podría acceder por cuenta propia”. Es interesante y útil trasladar el ejemplo de Brook al intérprete de música. Resulta, por otra parte, sencillo.
Pedro Zuloaga acaba de obtener el Premio a la Trayectoria Artística de la Diputación de Valladolid. Ya admiraba mucho a Pedro cuando me lo presentó Miguel Frechilla. Entablamos una amistad que fue creciendo rápida y firmemente, atravesando esas dos características que destaca de él Ángeles Porres: sensibilidad y delicadeza. También, añado ahora, el discreto silencio, la inteligencia que las nutre. Su forma de transitar por los caminos de la belleza. No sé si somos conscientes de la fortuna que han gozado varias generaciones al tener como profesor a Pedro Zuloaga. Podría habernos dicho, como hacía Alfred Cortot, que su interés no era sólo el de explicarnos Historia y Estética, sino darnos “lecciones de amor por el arte”. Dentro del aula me sentía protegido por las, paradójicamente, frágiles armas de Pedro que menciona Angelines.
En una mañana cualquiera, lejos del ruido y la inquietud de la ciudad, un grupo de adolescentes y jóvenes están reunidos en un aula del conservatorio. “Escucharemos una obra de Adam de la Halle”. Suena Le jeu de Robin et Marion.
Gracias por todo, maestro.
Enhorabuena, querido amigo Pedro.
Pedro Zuloaga acaba de obtener el Premio a la Trayectoria Artística de la Diputación de Valladolid. Ya admiraba mucho a Pedro cuando me lo presentó Miguel Frechilla. Entablamos una amistad que fue creciendo rápida y firmemente, atravesando esas dos características que destaca de él Ángeles Porres: sensibilidad y delicadeza. También, añado ahora, el discreto silencio, la inteligencia que las nutre. Su forma de transitar por los caminos de la belleza. No sé si somos conscientes de la fortuna que han gozado varias generaciones al tener como profesor a Pedro Zuloaga. Podría habernos dicho, como hacía Alfred Cortot, que su interés no era sólo el de explicarnos Historia y Estética, sino darnos “lecciones de amor por el arte”. Dentro del aula me sentía protegido por las, paradójicamente, frágiles armas de Pedro que menciona Angelines.
En una mañana cualquiera, lejos del ruido y la inquietud de la ciudad, un grupo de adolescentes y jóvenes están reunidos en un aula del conservatorio. “Escucharemos una obra de Adam de la Halle”. Suena Le jeu de Robin et Marion.
Gracias por todo, maestro.
Enhorabuena, querido amigo Pedro.
Muy expresiva, querido Diero, la cita de Brook. Es importante que en el artista la dimensión personal y la artística vayan entrelazadas, se imbriquen hasta el punto de enriquecerse mutuamente, afianzando la personalidad de quien lo consigue para darle esa categoría que le dignifica y le hace ser reconocido por propios y extraños. ¿Quien no ha oido hablar del duo Frechilla-Zuloaga?. Es uno de los binomios más sólidos y acreditados de la historia cultural de Valladolid y seguramente también de la interpretación en España. Tuve la suerte de disfrutar de su talento. Por eso me uno ahora al homenaje que rindes a Don Pedro. Un abrazo
ResponderEliminarPues yo nunca oi hablar del duo Frechilla-Zuluoaga pero, tengo que reconocer, que soy muy ignorante... aún ¡tengo tantas cosas que aprender! Besotes, M.
ResponderEliminarMagnífico retrato humano y literario de don Pedro. Y generoso,como te es propio.
ResponderEliminarSi, realmente Pedro Zuloaga ha sido alimento de "amor por el arte" a centenares de j�venes estudiantes.
ResponderEliminarMe hace muy feliz que reciba todo el agradecimiento y la consideraci�n que merece.
Siento como un enorme privilegio haber estado a su lado en algunos ex�menes del Conservatorio, durante sus �ltimos a�os de ense�anza.
Entre tantas cosas que Pedro Zuloaga ense�a "sin dar clase": respeto y responsabilidad hacia la ense�anza.
Gracias, de todo coraz�n.
¡Qué bueno es, Diego, que siempre tengas un hueco para homenajear a personas que lo merecen!
ResponderEliminar¡Qué suerte tuvo que ser disfrutar de sus lecciones!