Por la mañana, después de un claustro en el conservatorio, he tomado un café con Jesús Legido. Me trae el libreto que ha escrito él mismo sobre El caballero de Olmedo, de Lope de Vega. Jesús tiene la dosis justa de una ilusión teñida por el escepticismo de la experiencia.
Pablo Palazuelo ha muerto. No le gustaba el término creador. Prefería autodenominarse descubridor.
Ha muerto un gran artista.
ResponderEliminarLa muerte nos ha visitado a pares, a la desaparición de Palazuelo hay que sumar la de Carlos Llamas.
ResponderEliminarDos personas, en este caso no es tópico, insustituibles.
Qué gran pérdida!!
ResponderEliminarDejó Palazuelo una impronta magnífíca en este savonarola, como aún lo hace Luis Gordillo, Sicilia o el antiguo Eduardo Arroyo.
ResponderEliminarUna pena negra... pero geométrica
Besos, Diegote