Hoy hace 9 años que murió mi padre. Él tenía 59 y yo 33. Sé lo que son 9 años para cualquier cosa que no sea esa distancia: a veces siento que acabo de estar con él y, por el contrario, en otras me parece que ha muerto hace más tiempo del que soy capaz de recordar.
Pese a que la vida me ha hecho tantos regalos maravillosos, mi mundo no tendrá nunca, desde aquel 28 de marzo, esa armonía inaugural de lo completo, esa perfecta emoción de ser y estar todos juntos.
Hola Diego!
ResponderEliminarSiento mucho tus palabras. Al haber leído tus libros supe de tu profundo dolor durante la convalescencia de tu padre y fueron palabras muy sentidas de tu parte.
Y al haber perdido a mi padre también puedo entender que sientas a veces su cercanía o que, por el contrario hace mucho que no está.
Pero lo que prevalece es el recuerdo y también, según los días, el dolor.
Un abrazo.
Querido Diego, buenas tardes. Siempre queda el recuerdo.
ResponderEliminarAmigo Diego, acabo de dar con tu lamento escuchando el Estudio Op. 10 Nº 3 de Chopin, que para algunos evoca la amorosa tristeza. Vaya casualidad. La dolorosa tristeza de quien siente que le falta una parte.
ResponderEliminarPero ha de quedarnos el consuelo del recuerdo, pues como dijo Cicerón "la vida de los muertos perdura en la memoria de los vivos".
Un fuerte abrazo, de este hijo de marzo.
Muchísimas gracias, querida Alicia, queridos Vicente y José Manuel.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Hace unos 16 años que murió mi padre, él tenía 58 y yo, 33. Casi como en tu caso. Y, efectivamente, el mundo se queda cojo. pero doy gracias a Dios por haberle conocido y por todo lo que me dio y me enseñó, y por haber tenido como padre a un hombre bueno. Alegrémonos, compañero. Un abrazo.
ResponderEliminarComparto, también, esa alegría.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.