domingo, 5 de septiembre de 2010

Educación

El absurdo al que se ha llegado en el ámbito educativo tiene difícil superación... pero diariamente se supera. Una persona por la que siento un gran cariño me dijo hace poco, en síntesis, lo siguiente: no permitir que un alumno lleve en clase una camiseta con la imagen de Nacho Vidal desnudo, ni dejar que se siente en la banqueta del piano con los pantalones a la altura de la rodilla, supone "coartar su libertad". Me quedé atónito. Ella es una mujer que educa a sus hijos, les enseña a comportarse -¿no coarta su libertad cada vez que impide su actuación "espontánea" ante otras personas?- y, por si fuera poco, me encontraría muy tranquilo si mi hijo viviera con ella. Sé que estaría en las mejores manos. Entonces, ¿por qué esa contradicción?
Convertir a niños y adolescentes en caprichosos individuos cuya única obligación es "pasárselo bien" y hacer lo que les venga en gana es un gigantesco error que los incapacita para vivir en una sociedad respetuosa, porque sólo el respeto articula y hace habitable una comunidad de seres humanos realmente libres. Un adolescente ha de saber que no puede comportarse igual cuando se divierte con sus amigos que cuando está dentro del aula y también ha de saber que todos interactuamos con todos, por tanto, de la misma forma que tiene derechos, también tiene deberes. Convertir la escuela y el instituto en un remedo de Los mundos de Yupi es el peor sistema para que lleguen a ser verdaderos ciudadanos. Un estrepitoso fracaso les espera en cuanto se enfrenten al mundo y comprueben que no es lo mismo hacer las cosas mal o bien, que ya los padres no sirven como abogados permanentes que los eximen de toda responsabilidad. (Javier Urra contaba el caso de un adolescente que, al escuchar cómo el juez le condenaba a ser internado en un centro especial, le respondió: "Sí, porque tú lo digas". La existencia de unas normas -que él debía cumplir- le resultaba sencillamente inconcebible).
No debemos olvidar que esto se extiende -y es lo más grave- a los propios contenidos y criterios evaluadores del sistema de educación, ya que forma parte del mismo problema. ¿Cómo puede asombrarnos si hemos sufrido legislaciones que señalaban, por ejemplo, barbaridades como que "a partir de la aplicación de la ley, el error no será considerado ya como un defecto, sino como la expresión auténtica del dinamismo subyacente del alumno"? Eso es, para los estudiantes y para el conjunto de la sociedad, un colosal fraude. Y lo es, sobre todo, para quienes disponen de menos recursos, ya que su progreso se ha de basar en el mérito. Quien no tiene posibilidades para desarrollarse gracias al patrimonio o influencia de su familia, quien ha de estudiar en la universidad más próxima a su domicilio porque sus padres no disfrutan de posibilidades económicas, está siendo engañado por aquéllos que debieran protegerlo y, sin embargo, le instan a que dirija su vida por medio de impulsos y antojos, sin advertirle de que esa actitud le dejará indefenso y vulnerable.
¿Cómo hemos llegado a esto? Es muy difícil dar una respuesta. Creo que se debe a múltiples factores pero, a mi modo de ver, la falta de arrojo para denunciar y corregir esta lamentable deriva se sustenta en un miedo: dar la impresión de tener un criterio trasnochado o retrógrado. Conozco a quienes prefieren aparecer como cualquier cosa imaginable a ser calificadas, aunque sea sin ningún fundamento, como reaccionarias. Y lo peor de todo es que no hay nada más reaccionario que limitar las posibilidades de los que menos tienen y, por consiguiente, más necesitan de una infraestructura pública, sólida y eficaz.

9 comentarios:

  1. La situación aquí en Alemania tampoco es "óptima", pero la superficialidad, "el tengo derecho" no se sabe bien por qué ni a qué, la falta de interés en el aprendizaje, la educación de fachada,la impotencia de los profesores -sobre todo en los institutos- porque no les oyen (las autoridades educativas, quiero decir), no atienden a lo que dicen a pesar de que son ellos los que lo viven día a día, la falta de tacto, de respeto, de educación diaria en todos los ámbitos, la imagen como meta, el ruido, el aparentar...
    Un sin fin de aspectos que cuando una llega al país, la deja atónita.
    Besos

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  2. De la desnortada educación has explicitado la consecuencia: “convertir a niños y adolescentes en caprichosos individuos cuya única obligación es pasárselo bien". Es decir, meramente hedonistas, indolentes e irrespetuosos. Porque, irresponsablemente, se les trasmite la idea de que de poco vale el esfuerzo y, para colmo, se refuerza en ellos el egoísmo que desprecia la libertad ajena. Por lo tanto, se está creando –¿o se ha creado ya?– una sociedad incívica, en la que sólo cabe confiar en la propia capacidad de enmienda de quienes reciben mensajes improcedentes y hacen uso inteligente de su capacidad reflexiva. A veces pienso, amigo Diego, que no hemos salido de la transición, incapaces de superar los fantasmas del pasado… Un saludo.

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  3. En un par de generaciones, se ha pasado de una libertad coartada a una libertad absoluta. La libertad absoluta no hace ciudadanos, sino gente egoista e insolidaria, que siempre quiere hacer lo que le viene en ganas sin tener en cuenta a los demás.
    La educación no sólo es necesaria sino imprescindible si se quiere tener ciudadanos el día de mañana. La socialización se consigue educando y también con medidas coercitivas cuando sean necesarias.
    Como suele ocurrir muchos para no ser tildados de represivos se han pasado al otro extremo, el de los consentidores.

    Salud y República

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  4. Tal vez haga falta analizar que educación les estamos dando en casa y como hemos pasado de un sistema autotoritario a otro tan permisivo que estamos volviendo a nuestros hijos en idiotas sin paliativos.

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  5. Totalmente de acurdo. También estoy con Nicolás. Veo a los hijos de mis vecinos y dado como se compartan con 5 o 6 años resulta evidente que serán carne de botellón y pasarán de sus padres en cuanto estos dejen de darles gusto en todo y a costa de todos. Ojo, estos son los hijos de padres que ya no conocieron ni dictaduras ni dictablandas. Los errores se cometieron hace treinta años. Y todavía los poderes públicos no prestan la urgente atención que ha de tener un asunto que todas las estadísticas muestran que es perentorio. Luego dirán que hemos de ser competitivos, ¿de qué? Y querremos que venga turismo de calidad, ¿a qué?
    El único modelo de esfuerzo que se valora es el deportivo, y con ir con la roja basta para sentirse un héroe.

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  6. Completamente de acuerdo con tu exposición y planteamiento.

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  7. Excelente post y ¡tan cierto! Qué pena de educación cívica están recibiendo bastantes jóvenes... Recuerdo un dia comiendo en Ibiza con un buen amigo, mientras hablábamos, un niño impertinente de unos cinco años jugaba con un cochecito ¡en nuestra mesa! Le dije que se fuera a jugar a otro lado, pero nada, seguía en nuestra mesa haciendo sonidos guturales de "run,run" con su cochecito. Sus padres estaban en la mesa de al lado y ni se inmutaban. Eran ingleses (cosa que me sorprendió pero vi que iban de los "fashion" horteras que les encanta ir a Ibiza...). Les dije que su hijo nos estaba importunando y ellos, con una actitud muy "high and thou" me contestaron que era libre para hacer lo que quisiera. Les contesté que nosotros también eramos libres para conversar tranquilamente y que su hijo nos estaba coartando NUESTRA libertad. Al final nos levántamos y nos fuimos.
    Miedo me da cómo será ese monstruito dentro de diez años... Besotes, M.

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  8. Una vez más tienes más que toda la razón. Sólo me queda un consuelo. Pensar, que a poco que hagamos algunos por la educación de nuestros hijos, serán unos fenomenos. Y una gran tristeza. Serán fenomenos en un mundo de idiotas en el que será dificil avanzar y ser feliz.

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  9. Estimado Diego: Creo que cada vez más personas somos conscientes de lo que tan bien expones y argumentas, pero me temo que mientras los poderes públicos, medios de comunicación, etc. sigan ejerciendo esa persecución y difamación a quien piensa de otra manera es imposible. cambiar la situación. A pesar del desánimo y el cabreo en el que vive uno día a día con todo esto es un consuelo leer tu entrada. Gracias.
    Mercedes

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