En el año 2005, Piero Rattalino escribió Vladimir Horowitz, una biografía que no oculta su pasión por el legendario pianista. Aparece ahora editada en castellano por Nortesur y Musikeon, y supone el inicio de una interesante serie de libros sobre música.
Horowitz desarrolló una carrera llena de largos retiros, contratos millonarios, cancelaciones inesperadas y recitales multitudinarios.
Rattalino resume su situación en 1974, cuando volvió a las salas de conciertos:
Sólo tocaba el domingo por la tarde, viajaba con su mujer, su agente, un relaciones públicas, un afinador, cocinero, criado, conductor de camión, ingeniero de sonido, productor de discos (había vuelto a la RCA) y amigos de su mujer que sabían jugar a la canasta; pretendía reproducir en cualquier lugar las condiciones de vida de su casa; quiso siempre tener sobre la mesa su lenguado gris y su pollito, que era lo único que podía deslizarse sin dificultad por su tubo digestivo; anuló conciertos por los más variados motivos: de salud física, por no tener buena disposición de ánimo, o porque no se habían vendido todas las entradas y su 80% no era lo suficientemente alto. Gran dominador como de constumbre en el escenario y divo en la vida. Pero artista inigualable y, a diferencia de la mayoría de sus colegas, capaz todavía de encontrar nuevas piezas para su repertorio.
Según tengo entendido, Vladimir Horowitz fue un pianista ecléctico que tocaba con igual acierto a Chopin que a Debussy, a Liszt que a Scriabin. Y sin embargo, respecto a lo que dejó grabado, las referencias que tengo en mente son el Concierto nº 1 de Tchaikovsky bajo la dirección de Toscanini, de 1941, y Kreisleriana de Schumann, de 1969, y alguna sonata de Beethoven de finales de la década de 1950. Reconozco mi escaso conocimiento sobre el pianista ucraniano-americano y supongo que la biografía referida será esclarecedora. De todos modos, si pudieras adelantarme alguna otra grabación indiscutible de este gran músico te lo agradecería. Un saludo desde Gallaecia.
ResponderEliminarLo dicho. Este envío es para dejar constancia de envío por e-mail, que olvidé en el comentario. Saludos nuevamente.
ResponderEliminarDespués de haberte visto tocar, no puedo imaginarte yendo de divo por las salas de conciertos, pero me imagino que en el mundo del piano debe haber más gente de la que creemos como Horowitz. Quizá, dada su categoría, se le pueda perdonar todo.
ResponderEliminarUn besazo.
Horowitz era ¡fantástico! Pero, ¿por qué será que muchos pianistas fueran tan excéntricos, como el canadiense Glenn Gould...? Y, sin embargo violinistas como mi admiradísimo Yehudi Menuhin fueran más normales... ¿Tendrá algo que ver el piano?
ResponderEliminarQuerido José-Manuel: como sabes, uno de los discos más queridos y escuchados de Horowitz es "Horowitz en Moscú".
ResponderEliminarAbrazos,
Diego
Querido Diego:
ResponderEliminarToda mi intención ayer, era ir a tu concierto pero está claro que, no se puede abarcar todo. El lunes estuve en un concierto, me acosté tarde, el martes me levanté de cabeza, trabaje mucho y tuve una reunión de la comunidad hasta las tantas de la noche, ayer miércoles, mi vida no era vida, trabajé todo el día pero por la tardecita ya no era persona. Lo siento infinitamente. Tenía gran ilusión por oírte. Perdóname que te haya fallado, no soy de hacer estas cosas salvo, que la semana se complique.
Espero que hayas tenido un gran concierto.
Un abrazo fuerte,