El comportamiento de los periodistas más superficiales, junto al obsesivo y patético empeño de tantos escritores para transformar su imagen a través de los medios de comunicación, aparecen trazados por David Lodge en Trapos sucios, una novela despiadadamente irónica.
(Razón y desencanto)
Echo en falta en el blog una de la imágenes más simpáticas del presente curso político:la del ministro Caldera rodeado de lactantes.Qué tierno.
ResponderEliminar